Bolsonaro tiene coronavirus… Y no, no es una buena noticia

Hay quien pueda llamarlo justicia poética. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el mismo que decía que el covid-19 no es más que una gripecita y que ha restado importancia a los efectos del virus, se ha contagiado del mismo. Pero si vemos su estrategia desde que el coronavirus irrumpió en Brasil, pareciera que era justo lo que deseaba.

A Bolsonaro lo hemos visto en la calle reunido con sus seguidores, repartiendo besos y abrazos, y haciendo caso omiso a la recomendación de usar mascarilla. Incluso en la rueda de prensa en la que explicó que había contraído el virus, se retiró la mascarilla. Aunque hay que reconocerle que al menos retrocedió un poco para no contagiar a los periodistas. ¡Qué considerado!



El que busca, encuentra

No es posible que no haya pensado en la posibilidad de contraer la enfermedad al exponerse tanto. Pero si miramos con cuidado sus declaraciones y políticas respecto al coronavirus (más bien, su ausencia de políticas) ha conseguido lo que deseaba.

En marzo, aseguró que de contraer el virus no le pasaría gran cosa por su pasado como atleta en el ejército. Quizás alguno pensó que eran alardes de machito, que él no era más que un gallito de pelea dispuesto a poner en riesgo la vida de otros mientras él tenía acceso a toda la protección disponible frente al virus. ¡Pues nada de eso! Parece que el tipo realmente piensa que el virus no le hará nada, tras ver cuánto se expuso y tras ver su reacción al contraerlo.

No pocos de los críticos de Bolsonaro se han alegrado con su anuncio. Incluso, en Brasil fue tendencia #forcavodid (fuerza covid) para desearle suerte al virus en su lucha contra el sistema inmune del presidente brasileño. Lamentablemente, para los detractores, es probable que el covid fracase. Bolsonaro tiene 65 años, por lo que la probabilidad de que muera por la enfermedad es 3,6%. Sin dejar de mencionar que, de complicarse su estado de salud, tendrá acceso a todos los recursos sanitarios posibles para salvar su vida.

Al final, Jair tenía razón

Congreso brasileño
Foto: Pedro França/Agência Senado

En una semana o dos, cuando esté libre de coronavirus, dirá que él tenía razón, que el virus es una gripecita y que no entiende el alboroto. Sus seguidores lo apoyarán aún más en sus políticas suicidas en medio de la epidemia. Incluso más de uno que no pertenezca a su núcleo duro, dudará. «¡A Bolsonaro no le pasó nada, y eso que tuvo el virus!, dirán para probar que no hace falta cuarentena, ni medidas de ningún tipo.

Es difícil enumerar la cantidad de falacias que encierra un razonamiento como este. También es difícil entender cómo hay brasileños que no están preocupados cuando ya han muerto más de 66 mil personas en ese país por el covid-19. Quizás 1%, 2% o 3% de mortalidad parece bajo cuando la que contrae el virus es una sola persona. Pero cuando lo extrapolas a un país de 210 millones de habitantes, las cifras se vuelven escalofriantes.

Pero a Bolsonaro eso le da igual. Pienso que posiblemente el hombre sea un psicópata o en tal caso, por su pasado como militar, enmarca todo como un juego de suma cero. Los daños colaterales, las pérdidas de vidas, son solo parte de la «guerra». A él solo le interesa reelegirse en unos años y no es descabellado pensar que lo consiga, incluso si cientos de miles de brasileños mueren en el camino.

Cómo usar menos el celular y recuperar nuestra atención

Encender pantalla, desbloquear pantalla, abrir Instagram… O Twitter… O Facebook… O YouTube… O el correo… O simplemente ver la hora. Esta acción la repetimos una y otra vez a lo largo del día en piloto automático, sin siquiera percatarnos de lo que estamos haciendo. En promedio, desbloqueamos nuestro teléfono 150 veces y lo usamos alrededor de 3 horas al día, según Internet Trends.

Hay que aceptarlo: tenemos un problema.

Llegué tarde a la era del smartphone. Por allá por 2010, en Venezuela, BlackBerry era el rey. Yo era uno de los pocos bichos raros que se resistía a comprar uno de esos aparatejos, tan modernos en aquella época (hoy parecen más un cuernófono de Los Picapiedras). Cuando alguien me pedía mi PIN (¿se acuerda alguien del famoso PIN?) y contestaba que no usaba BlackBerry, me preguntaban: «Ah, ¿entonces tienes un Iphone?». Cuando me reía y decía que era muy pobre para comprar un Iphone ponían una cara que reflejaba una mezcla de lástima y desagrado. Similar a cuando uno ve a un becerro de dos cabezas.

Pero la sociedad cambió al punto que no hubo opción: me uní a la smartphonemanía. Desde hace 6 años pose uno y mi relación con este dispositvo es complicada. Me aterran las horas que se me van sin darme cuenta viendo Twitter, leyendo artículos o revisando el correo.

Me percaté, por ejemplo, de que a veces lo sacaba para mirar la hora. El problema es que había perdido mi capacidad de atención al punto de que, a los pocos segundos de ver la hora, no sabía qué hora era. No me fijaba, simplemente cogía el aparato y miraba la pantalla. Entonces lo volvía a sacar. Y así, varias veces al día.

QUITÁNDOLE EL ÓXIDO A ESE CACHARRO QUE SOLÍA SER MI ATENCIÓN

Las redes sociales y los smarphones forman un tándem maligno que nos está trayendo muchos problemas. Uno de ellos, como mencioné, es que ha corroído nuestra capacidad de atención para dejarla como un cacharro viejo carcomido por el salitre.

Quiero aclarar que, generalmente, no soy uno de esos usuarios que hace uso intensivo del smartphone. No tengo casi redes sociales (solo Twitter) y no uso mucho WhatsApp. «¿Qué coño haces con un smartphone entonces?», te preguntarás. Lo maravilloso y perverso del mundo digital es que acabas encontrando algo para enchancharte. Leo artículos y veo videos en YouTube.

Y a pesar de que mi ego puede sentirse muy complacido consigo mismo porque usa el smartphone para leer sesudos análisis sobre las posibles tendencias del Bitcoin a largo plazo en lugar de ver videos de gente bailando en TikTok, un vicio es un vicio.

Antes pensaba que por pura fuerza de voluntad podría parar. Lo cierto es que no. Todo el sistema actual entorno a internet está diseñado para explotar nuestras vulnerabilidades. Por suerte, hay algunas cosas sencillas que hice para disuadir a mi cerebro de reptil del cretácico de coger el aparatico por enésima vez. ¿Las más básicas?

  • Desactivar las notificaciones
  • Desinstalar redes sociales (Adiós, Twitter, te veré en el infierno)
  • Ocultar las apps que más uso (E-mail, YouTube)
  • Poner la pantalla en blanco y negro (Descubrí esta función hace poco. Es increíble cómo solo los colores de la pantalla ya nos enganchan)
  • Meter el teléfono en una gaveta (No se trata de resistir la tentación, lo mejor es no exponernos a ella)

¿Y QUÉ TAL ME VA AHORA?

Mi teléfono tiene una aplicación por defecto llamada Bienestar Digital donde me dice cuántas veces lo desbloqueo al día, cuántas horas paso navegando y en qué apps. Sin embargo, si no cuentas con una app parecida puedes descargar Social Fever para Android.

Me sorprendió bastante cómo, aplicando algunas medidas, mi uso del aparato se había reducido considerablamente. A principios de junio, casi todos los días pasé más de una hora usando mi smartphone. La semana pasada, parecido, con una leve mejoría. Esta semana, llevo alrededor de dos horas en tres días. No está mal.



Sin embargo, sigo pensando que es mucho tiempo tiempo y además, temo a las recaídas. Bastará un día en el que el autobús se tarde más de lo normal o que esté haciendo fila en algún sitio. Entonces mi mano se introducirá en mi bolsillo sin que me dé ni cuenta y para cuando me percate, llevaré una o dos horas enganchado.

EL VERDADERO PROBLEMA

El primer paso es reconocer la situación. El segundo es reconocer que por pura fuerza de voluntad no la vamos a cambiar. El tercero, tomar pequeñas medidas. El cuarto es el más difícil, pero el más importante.

Hay que cambiar internet.

Existe un movimiento llamado Time Well Spent (tiempo bien empleado) que señala todos los problemas que causan las redes sociales actuales: la polarización, la adicción, la ansiedad y la reducción de nuestra capacidad de atención, entre otros.

En la página del Center for Humane Technology hay información reveladora al respecto, además de recursos que pueden ser de utilidad. Por ejemplo, nos muestran cómo pasamos más tiempo en aquellas apps que nos causan más infelicidad.

Imagen Center for Humane Technology
Fuente: Center for Humane Technology


Tristan Harris, Director Ejecutivo de la organización, explica en este video cómo las grandes tecnológicas se han enfocado en todo lo que nos hace daño para crecer. Darle a los usuarios «lo que quieren», alegar que la tecnología es un asunto neutral y que ellos no deben intervenir en el uso que se le da, buscar crecer a cualquier costo, entre otras. El video está en inglés y es largo. Pero no está mal mirarlo para mejorar nuestra capacidad de atención y además tiene subtítulos en español.



En mi caso, no soy muy optimista. No creo que Google o Facebook estén dispuestas a reducir considerablemente sus ganancias en pro del bienestar de los usuarios. Hablo de un bienestar auténtico, no de esos saludos a la bandera de Zuckerberg llenos de buenas intenciones.

La única manera de conseguirlo sería enviando un mensaje masivo y contundente. Que los usuarios dejemos muy claro que no tienen derecho a absorber nuestra atención y nuestro tiempo en apps que, al final del día, quizás nos han hecho más infelices. Pero el primer paso, será reconocer que todos tenemos un problema.


Parálisis del sueño: los sustos que nos da el cerebro

Si al morir hay unos segundos o minutos en los que ya no tenemos control sobre nuestro cuerpo pero estamos conscientes, la parálisis del sueño tiene que ser lo más parecido a esa sensación. Lamentablemente para mí, la experimento con frecuencia.

La primera vez tenía unos 16 años. Estaba por despertarme y noté que no podía moverme. Escuchaba a un niño llorar y de repente sentí una mano en mi cuello, apretando y sofocándome. Fue uno de esos sustos en la vida que solo se te olvida con un susto peor.

La parálisis del sueño a veces incluye alucinaciones. Pueden ser auditivas, visuales o táctiles. En ocasiones, uno simplemente siente que hay algo o alguien en la habitación. Normalmente, las intenciones de ese alguien no son buenas.

Hay mucha mitología alrededor de este trastorno del sueño. Desde los íncubos, al Hombre del sombrero o la Gente sombra, todos estos seres están asociados a la parálisis. Muchas personas aseguran verlos durante los episodios. En mi caso, cuando era adolescente, solía escuchar voces mientras yacía en mi cama, tieso como pan viejo. Las voces me decían cosas que no entendía, pero tenía muy claro que no me estaban arrullando para que me volviera a dormir.

Hombre sombra

Si uno cree en fenómenos paranormales, aquello es terriblemente angustiante. Ya de por sí, la parálisis del sueño es sumamente desagradable y genera una ansiedad terrible. Si le sumamos a eso un demonio susurrándote mierdas feas al oído, el asunto alcanza tintes muy oscuros. Y si crees que el demonio es real, pues toca llamar a los padres Merrin y Karras antes de que empieces a vomitar sopa de lentejas y flotar por el aire.

NADA QUE TEMER, TODO ESTÁ EN LA CABEZA

Pero el fenómeno no tiene nada de paranormal. Me tomó unos años entenderlo y aceptarlo. Se calcula que un 60% de la población ha sufrido alguna vez parálisis del sueño y alrededor de un 5% la experimenta con frecuencia. ¡Qué bien por mí! Soy uno de los pocos afortunados.

En mi familia todos la hemos experimentado alguna vez, siendo mis hermanas y yo quienes pasamos por esta experiencia con mayor frecuencia. Simplemente se trata de un trastorno del sueño en el que se disocian los mecanismos que provocan la relajación muscular y los que nos mantienen en estado de alerta.

Esa es al menos la explicación más aceptada, pues no hay una causa exacta conocida. Se asocia la parálisis con no dormir suficiente, tener horarios irregulares o estar pasando por épocas de estrés y ansiedad. El uso de drogas y algunos medicamentos también la pueden desencadenar.

No hay ningún peligro real para quienes la padecemos. Ni siquiera cuando sentimos que alguien nos sofoca apretando nuestro cuello o pecho. También descubrí que eran sensaciones relativamente frecuentes en estos episodios. Resulta todo muy desconcertante, porque en el momento sientes, literalmente, que si aquello continúa te vas a morir. Y luego te despiertas, no ya pensando que un demonio te quiere matar, sino que quizás tienes un problema cardíaco serio.

ALGUNOS PREFIEREN LA EXPLICACIÓN PARANORMAL

Recuerdo que hace unos años, cuando ya había aceptado que la parálisis era algo simplemente fisiológico, decidí ver un documental que hablaba sobre el tema llamado The Nightmare (La pesadilla). Varias personas contaban sus episodios e intentaban explicar las causas. Muchos de ellos, aseguraban que se trataba de algo paranormal.

Incluso uno de los entrevistados, un chico muy joven, decía estar seguro de que un día moriría en uno de estos episodios, los cuales describía como aterradores. Tenía la certeza de que la Gente sombra o el Hombre del sombrero se lo llevarían al mismísimo infierno.


Yo nunca había tenido alucinaciones visuales durante mis episodios, solo auditivas o táctiles. Y desde que había aceptado que la parálisis no tenía nada de sobrenatural, ya no experimentaba episodios inquietantes mientras las padecía. No pasaban de una sensación incómoda antes de despertarme o dormirme que me ponían de mal humor.

Pero esa noche, tras ver The Nightmare, apareció ante mí un hombre sombra durante un episodio de parálisis. Al día siguiente, se lo conté divertido a Sabrina. Me parecía gracioso cómo un documental me había sugestionado hasta ese punto.

Otro quizás habría corroborado su tesis de que la parálisis del sueño es algo sobrenatural. Yo ya había aceptado hace mucho que mi cerebro hace cosas raras y fascinantes sobre las que no tengo ningún control, por lo que lo mejor es no darle importancia. Incluso, aunque fuera real, quizás sería mejor pensar que se trata todo de una broma de mal gusto de nuestra mente, ¿no?

Por cierto, nunca he vuelto a ver a un hombre sombra desde entonces.

El Diablo causa el coronavirus según Presidente de la Universidad Católica de Murcia

Conoce a José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica de Murcia. El buen José Luis anunció al mundo que el coronavirus no es voluntad de Dios, sino del Diablo.

Hay varias preguntas que surgen cuando uno ve el video. La primera, si el coronavirus no es voluntad de Dios, sino del Diablo, ¿quiere decir que el Diablo puede hacer cosas que Dios no aprueba? Esto pone a Dios en un aprieto, porque quedaría en entredicho su omnipotencia.

Luego Mendoza menciona las Olimpíadas de Londres asegurando que ya entonces anunciaban el coronavirus. En realidad, durante la ceremonia de inauguración se hizo un homenaje al Servicio de Salud Pública en el que aparecían enfermeras empujando a niños en camas de hospital y no ataúdes como dice Mendoza. Sí, la verdad es que es un número muy peculiar, pero son cosas de los ingleses.

Puedes ver en el minuto 44 esta parte de la ceremonia. Por cierto, la música en esta parte se parece mucho al tema principal de la banda sonora de la película El Exorcista. Mendoza habla del Diablo en su discurso… ¿coincidencia?

José Luis se apresura a blindar su razonamiento asegurando que el mal nunca puede triunfar sobre el bien. Por ende, Dios sí estaría permitiendo al Príncipe de las Tinieblas llevar a cabo sus planes porque sabe que al final, Él ganará la partida. Esto nos lleva a una segunda pregunta: ¿si Dios conoce los planes del Diablo y sabe que Él igual podrá detenerlo (sabe Él cuándo, quizás esté esperando a que se muera medio millón de personas más de coronavirus), eso no lo hace malvado?

Pongámoslo así: si las fuerzas aliadas hubiesen tenido la certeza de que podían detener a Hitler, literalmente, cuando les diera la gana, pero hubiesen decidido esperar 6 años y permitir 70 millones de muertos, ¿cómo serían vistos? Como auténticos desalmados, por no decir otra cosa.

¿Por qué debería ser diferente con Dios?

¿Tiene algún sentido derribar estatuas de racistas?

Derribar estatuas es la nueva moda y la última hazaña reivindicadora. Las protestas en EE.UU. y en Europa han disparado una ola «revisionisa» del pasado. Algunas de las efigies atacadas pertenecen a Cristóbal Colón, a Wiston Churchill o a diversos generales sureños de la Guerra Civil Estadounidense.

¿Cuál es el propósito de los vándalos? Echar abajo supuestos mitos de la cultura y la historia, acabar con el legado de personajes que encarnan supuestos ideales, cuando en realidad, eran racistas, o colonizadores, o asesinos, o todas las opciones anteriores.

¿Tiene algún sentido? En lo absoluto. La historia no se puede modificar a mandarriazos. Ya otros con muchos más medios lo han intentado, como los soviéticos o los nazis, pero al final todo vuelve a su cauce.

¿Fue Colón un racista? Sí. ¿Fue Churchill racista? Sí. ¿Fueron los generales confederados racistas? Sí, claro que sí.

No son buenos tiempos para Churchill en Inglaterra

Pero hay que ver las cosas en su contexto. Todos eran racistas en la época de Colón, en la de Churchill o en la de la Guerra de Secesión. El crímen habría sido no serlo.

Este hecho no desmerece la gesta de Colón o la resistencia inamovible de Churchill a Hitler. En cuanto a los generales sureños, quizás es más complicado. Sin embargo, son parte del acervo de muchas regiones estadounidenses y en tal caso, ¿no fue Abraham Lincoln, liberador de los esclavos, racista también? El honesto Abe hasta propuso enviar a los negros liberados a algún rincón de América Central. No le encantaba la idea de tener que convivir con ellos.

El problema con destruir estatuas es que quienes lo hacen, buscan imponer una narrativa histórica maniquea: solo hay buenos o malos. Los buenos son los que apoyan ellos. Los malos, todos los demás. Pero no hay seres humanos con grandezas y miserias.

La comediante Hannah Gadsby decía en uno de sus monólogos que el mundo no podía seguir rindiendo tributo a quienes habían tenido una moral cuestionable. Señalaba en concreto a Pablo Picasso por su misoginia. Gadsby se sentía agraviada por ello, especialmente porque siendo mujer y lesbiana, había sufrido hasta lo indecible en su país natal, Tasmania. El mismo razonamiento esgrimen quienes tiran estatuas hoy.

Su rabia es comprensible. Pero si la humanidad se pone a revisar la moralidad de todos sus ídolos, habrá que tirar todas las estatuas y esconder todas las obras de arte. No se enseñará a Nietszche porque también era misógino, no se leerá a Dostoyevski porque era antisemita y se tirarán abajo las estatuas de Bolívar porque también, ¡oh, sorpresa!, era racista.

Cambiar nombre de calles, ciudades o tirar abajo estatuas no modifica lo que pasó. Lo bueno y lo malo.

La gestión del coronavirus de la derecha y la izquierda en América

Como en Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, todos sabíamos lo que pasaría. Tarde o temprano el coronavirus causaría estragos en Latinoamérica. Estados Unidos, por su parte, ha sido duramente castigado desde el inicio, en gran parte, por la desastrosa gestión de Trump. El continente ha comenzado su descenso a los infiernos sin saber qué tan profundo será.

Pero a pesar de saber qué pasaría, pues ya estaban los ejemplos de España, Inglaterra o Italia, algunos presidentes latinoamericanos se dedicaron a minimizar la situación. Por su parte, Trump parece vivir en un universo paralelo donde su país no es el que más contagios y muertes registra. Sin importar su ideología, todos han caído en la autocomplacencia, ufanándose de tener los sistemas de salud preparados para todo y de su poder mesiánico para resolver esta crisis.

Ahora veamos qué tal lo han hecho los distintos presidentes más representativos de los dos extremos del espectro ideológico.

Jair «gripezinha» Bolosonaro / Derecha


Presidente de Brasil
El Presidente de Brasil afirmó que el coronavirus es «un constipadito»

Hace unos meses, cuando esto apenas empezaba, Bolsonaro aseguró que el covid-19 era una «gripecita». Pues la gripecita ya ha cobrado la vida de más de 37 mil brasileños. En este momento, el país es el segundo con más casos después de EE.UU. con 710.887.

Estas mareantes cifras no se alcanzaron por obra y gracia del Espíritu Santo. No. Durante todo el año, Bolsonaro se ha dedicado ha lanzar mensajes peligrosos a la población, asegurando que todos deben continuar tranquilamente con su rutina. Ha salido a la calle, se ha reunido junto a sus partidarios, ha dado besos y abrazos. Vamos, que Jair es puro amor.

Desde el principio de la pandemia, Bolsonaro parecía más preocupado por la economía que por la salud de los brasileños. Sin embargo, estamos a mitad de año y sus torpe manejo de la crisis no augura nada bueno ni en materia sanitaria ni en materia económica. El FMI pronostica que la economía brasileña se contraerá 5,3% este año. Su desempeño será peor que el del 82% de las 190 naciones analizadas en el informe.

AMLO: ¿Solo los malos enferman de covid? / Izquierda


El video es surreal. Cuando un periodista le pregunta a AMLO cuáles medidas toma para prevenir contagiarse del virus, él habla de las medidas regulares y remata con: «No mentir, no robar, no traicionar.»

No es la primera vez que AMLO apela al pensamiento mágico. Pero si ser bueno te protege del coronavirus, ¿los que han enfermado y muerto, eran malos? La lógica del presidente mexicano es más que cuestionable.

En marzo, AMLO se lo tomaba con calma. En lugar de hacer la tarea y prepararse para la situación, permitió la relización de eventos multitudinarios y, por supuesto, también repartió besos y abrazos.

Recientemente, se ha decretado el desconfinamiento en varios lugares de México cuando los contagios van en ascenso. El mensaje es confuso, AMLO dice que el virus «está domado». Más de 120 mil casos confirmados y 14 mil muertos dicen lo contrario.

Donald Trump: la receta perfecta para el desastre / Derecha


El presidente Trump y sus secretarios

La lista de tonterías que ha dicho y hecho Trump durante la pandemia es larga. Primero, confundió el virus con una bacteria. Luego, dijo que había que explorar la posibilidad de inyectar desinfectante a los enfermos. La gracia le salió cara cuando esa misma semana, los servicios de emergencias reportaron un gran número de envenenamientos por ingerir productos de limpieza. Además, recomendó tomar hidroxicloroquina, una fármaco ineficaz para tratar el coronavirus o para usarse como profiláctico.

Al igual que Bolsonaro, desde el principio, Trump presionó para mantener la economía en marcha. Celebró la realización de protestas en abril de algunos de sus partidarios, que deseaban que se permitiera la libre circulación y la reactivación de la economía. Llega junio, y con las protestas por la muerte de George Floyd, en lugar de llamar a la calma para evitar concentraciones que disparen los contagios, lanza un chorro de gasolina al incendio, mostrándose retador ante los manifestantes.

Por supuesto, hay que recordar que en EE.UU. no existe una red sanitaria del estado para enfrentar la pandemia y esto no es culpa de Trump. Pero sin duda, el presidente ha lanzado mensajes confusos, polémicos y cuestionables a la población.

Daniel «kamekaze» Ortega / Izquierda


Daniel Ortega
Ortega, un tipo feliz

En Nicaragua apenas hay 1118 conagios y se han reportado 46 muertes. El problema es que estas «fantásticas» cifras son las que maneja el gobierno . Varios expertos afirman que la situación en realidad es mucho peor.

Ortega ni se ha molestado en decretar una cuarentena o algo medianamente parecido. Sigue habiendo eventos deportivos y políticos como si nada. Según el gobierno sandinista, pretenden imitar el modelo sueco, el cual la propia Suecia ha reconocido como fracasado.

El propósito podría ser alcanzar la inmunidad de rebaño. Cuando alrededor del 70% de la población ya haya contraído el virus y la epidemia esté bajo control. El problema es que hasta entonces, en un país como Nicaragua, cuyo sistema sanitario es extremadamente precario, eso implicará un alto porcentaje de muertes.

Por cierto, resulta curioso que Ortega ha explicado que para su gobierno no es posible detener la economía de ninguna forma. Similar a lo dicho por sus pares de derecha.

Nicolás Maduro: contagios a paso de tortuga, pero a paso seguro / Izquierda


Maduro pidió dinero al FMI para enfrentar le epidemia

Solo hay una razón que mantiene a Venezuela con pocos casos de coronavirus: la ruina total en la que se encuentra.

Al país, desde hace años, llegan muy pocos vuelos del extranjero. Sumado a eso, la escasez de gasolina impide a la población desplazarse con normalidad. Esto trae como consecuencia que haya una propagación muy baja del virus. Según el gobierno, ha habido apenas poco más de 2400 casos y 22 muertes. Aunque al igual que con Ortega, menester es dudar.

Pero los contagios aumentarán, seguramente. Y cuando eso ocurra, la misma ruina total que ha impedido la propagación de la epidemia, será la que cause un problema severo. El sistema de salud está arruinado: carece de insumos suficientes y el personal trabaja al límite.

Probablemente Venezuela será uno de los últimos países en ser castigados, pero lo será duramente.

 

EE.UU., más protestas, más coronavirus

Estados Unidos está inmerso en una espiral de caos. Si la devastación del coronavirus no había sido suficiente, ahora las protestas por el asesinato de George Floyd a manos de un policía prometen agudizar una crisis social y económica que apenas comienza. Tener un presidente irresponsable, tampoco ayuda.

Hace unas semanas, miles de ciudadanos protestaban contra la cuarentena en ese país. Salían a las calles sin máscaras, sin respetar el distanciamiento social y exigiendo libertad para circular y trabajar. Muchos de los que protestaban eran partidarios de Donald Trump. El propio Trump llegó a lanzar tuits de apoyo a las manifestaciones.

Pero ahora que es junio, como que a Donald no le parece tan buena idea lo de salir a protestar. Sí eres blanco, de derecha y exiges libertad, Donald te apoya. Si eres negro y exiges no ser apaleado ni asesinado por la policía, o simpatizas con las demandas de esta minoría racial, Donald no está contento.

Trump Criminaliza a los manifestantes. Ha metido en un mismo saco a todos los que se manifiestan por la muerte de Floyd, tildándolos de violentos y vinculando las protestas a Antifa, un minúsculo movimiento de extrema izquierda en EE.UU.

Claro que en las protestas ha habido de todo. Gente pacífica, gente violenta, gente que aprovecha la situación para saquear negocios y cometer robos. Por su parte, no ha ayudado en lo absoluto la respuesta represiva de algunos cuerpos policiales. Porque por supuesto, en la mente de un babuino con uniforme, es una gran idea ejercer brutalidad policial cuando la gente protesta justamente contra la brutalidad policial.

Protestas EE.UU.
Mujer protesta con cartel de «Black lives matter»

Hasta la prensa, que en EE.UU. suele tener cierto respeto por parte de las autoridades, ha sido atropellada. En este video de CNN vemos como uno de sus periodistas es arrestado. Todo ello a pesar de que se identifica, de que enseña su acreditación de prensa y de que se muestra colaborador en todo momento.

Pequeño detalle, el periodista es negro:

Y por supuesto, Donald, cuya incontinencia tuiteril es tan peligrosa como darle a un mono rabioso un machete, ha contribuído a aumentar la crispación. Amenaza a los manifestantes con usar al ejército y reprende a los gobernadores de oposición por no hacer un mayor uso de la fuerza. Se ha tomado esto como una trifulca de bar en la que él va a demostrarle a todos que es el más machito.

Las protestas, por supuesto, siempre que sean pacíficas son válidas y tienen plena justificación. Sin embargo, no son la mejor idea en medio de la pandemia del coronavirus. Menos en EE.UU., el país más castigado por la enfermedad. Ya muchos expertos advierten que la situación puede disparar nuevos picos de contagios. Peor aún, muchos de los que protestan pertenecen a colectivos muy vulnerables que quizás no puedan pagar por una atención sanitaria adecuada.

El lanzamiento de SpaceX y la decepción: 50 años de predicciones espaciales fallidas

En la famosa película de 1968 de Stanley Kubrick, 2001: Odisea en el Espacio, para el año 1999 la humanidad tendría bases en la Luna. Para 2001, sería capaz de enviar misiones tripuladas a Júpiter.

Estamos en el año 2020 y ni siquiera hay planes reales para ir a Marte. De hecho, lo más emocionante por estos días es el lanzamiento que tendrá lugar el 30 de mayo de la nave tripulada de SpaceX desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral (Florida, EE. UU.)

Por supuesto, Kubrick y Arthur C. Clarke, quien co-escribió el guion de la película, no fueron los únicos que se equivocaron en sus predicciones sobre la colonización de nuestro Sistema Solar. La lista de vaticinios fallidos en lo que respecta a la Luna, Marte o cualquier cosa que esté más allá de la Estación Espacial Internacional es larga y sus autores, diversos. Pero aquí dejamos nota de algunas de esos fallos:

Arthur C. Clarke: vuelos espaciales comerciales para 2011 y misión tripulada a Marte para 2021

Arthur C. Clarke
El escritor Arthur C. Clarke a la derecha

Clarke vaticinaba que el ciudadano común podría estar volando hacia el espacio para disfrutar de su tiempo de ocio en 2011. Si bien es cierto que la misión de SpaceX abrirá esa posibilidad, pues la compañía tiene entre sus planes ofrecer este tipo de servicios, todavía queda camino por recorrer.

En cuanto a Marte, luce todavía más lejano si tenemos en cuenta que la gran meta que tiene en mente el gobierno de EE.UU. es volver a la Luna en 2024. Y muchos no son demasiado optimistas al respecto.

Clarke, además, pensaba que para 2099 la humanidad llegaría a Júpiter. Una predicción más conservadora que la plasmada en Odisea en el Espacio, pero que aún así, parece ser demasiado optimista.

Isaac Asimov: viajes regulares a la Luna en 2019 y plantas lunares de energía

Base lunar
Modelo de base lunar

Otro entusiasta de los viajes espaciales era el escritor Isaac Asimov. Creía que para 2019 estaríamos viajando a la Luna con frecuencia. Allí habría una estación de energía solar equipada para convertir la energía recolectada en microondas que se enviarían a la Tierra.

Este proyecto implicaría a un esfuerzo conjunto de parte de todas las naciones. La energía conseguida no sería propiedad de nadie sino del mundo en general. Con ello, las guerras y los conflictos serían cosa del pasado pues las naciones tendrían que ponerse de acuerdo para recoletar esa energía. Y Donald Trump dice: «Hold my beer».

El presidente de EE.UU. anunció la disposición de su país de privatizar nuestro satélite natural. El sueño de Asimov luce más que lejano.

Daniel Bell: estaciones espaciales y avanzadillas en Marte

Imagen de la Estación Espacial Internacional

Bell era sociólogo y profesor de la Universidad de Harvard. En 1987 predijo que para 2013 habría estaciones (así, en plural) espaciales orbitando permanentemente la Tierra y, posiblemente, avanzadillas en Marte. Además, aseguraba que se fabricarían medicinas en el espacio.

Al menos estuvo algo cerca con lo de las estaciones espaciales. Aunque en este caso, solo hay una y no permanente. Ya hay planes para desmantelar la Estación Espacial Internacional esta década por el enorme gasto que supone para NASA.

Sí, en Corea del Norte hay youtubers y aquí está la prueba

Para la mayoría de los mortales, Corea del Norte es casi un enigma. No es fácil tener acceso a noticias fidedignas provenientes del país más aislado del mundo. Hace semanas, Kim Jong-un andaba desaparecido y todos, ante el vacío informativo, teorizábamos que estaba tirado en una cama, esperando el dulce beso de la muerte.

Aunque cueste creerlo, en medio de tanta opacidad informativa, YouTube puede ser una fuente de conocimiento interesante sobre este país. No nos referimos a los videos de youtubers occidentales que han arriesgado el pellejo grabando en la tierra de Kim, sino a youtubers norcoreanos.

Navegando por el vasto océano de internet nos hemos topado con un canal de YouTube llamado Echo DPRK. Se trata de una cuenta conducida por Un A, una joven norcoreana. Hay dos segmentos principales, uno es «What’s up Pyongyang? (¿Qué pasa, Pyongyang?»), de carácter periodístico. El otro segmento es «My life in Pyongyang» (Mi vida en Pyongyang, que nos muestra cómo es la vida cotidiana en Corea del Norte.

Imagen del canal de YouTube Echo DPRK
Un A nos muestra un supermercado norcoreano lleno de chucherías… y mucha agua mineral

La temática de los videos es variada. En el segmeto «My life in Pyongyang», la conductora es una especie de vlogger de lifestyle (o su equivalente norcoreano) que nos lleva de compras al supermercado, al parque de diversiones o nos muestra la grotesca pero fascinante arquitectura de las ciudades de su país.

Los videos están a mitad de camino entre lo profesional y lo amateur. La música (¡por Josecristo, la música!) parece sacada casi siempre de un spot publicitario de los 90 y, ¡muy importante!, los videos están en inglés o subtitulados al inglés.

Esto fue una grata sorpresa, ya que el canal oficial de noticias de Corea del Norte en YouTube, North Korea Today, solo tiene subtítulos en Coreano así que nos perdemos de los grandes avances impulsados por el amado líder, Kim Jong-un. Igual vale la pena ver un par de noticias para los que disfruten las experiencias que rayan en lo surrealista o para los nostálgicos de la propaganda soviética.

Volviendo con nuestra amiga de Echo DPRK, el estilo de sus videos es tediosamente soso. De no tratarse de la única cuenta (que sepamos) de una youtuber norcoreana, no habríamos visto más de treinta segundos de un video. Además, como es de esperarse, la chica muestra todo lo bueno (o supuestamente bueno) que tiene Corea del Norte. Eso de tener una cámara, equipo para editar, conexión a internet y cuenta en YouTube no está al alcance de casi ningún norcoreano, por lo que sospechamos que tiene, no solo la bendición del gobierno, sino su apoyo total.

Los videos son sutilmente propagandísticos, al menos para los estándares norcoreanos. Al contrario del canal oficial de noticias en el que Kim es endiosado hasta lo demencial, aquí el protagonista no es el líder supremo. Los videos se centran en lo supuestamente cotidiano, pero siempre desde un prisma positivo.

Desde el medio NK News, especializado en noticias sobre las dos Coreas, teorizan que Un A tiene contacto directo con alguien del alto mando del partido y que la intención de su canal de YouTube es transmitir una imagen positiva del régimen norcoreano de cara al extranjero.

Y si te interesa saber cómo luce un supermercado norcoreano, no te pierdas este video:

¿NASA encuentra evidencia de universo paralelo? Spoiler: no

Te despiertas, vas a Twitter, ves que hay una tendencia que se llama «NASA» y piensas: «Interesante. Habrán anunciado algo importante». Normalmente, el anuncio es llamativo, aunque nada del otro mundo, al menos no para el común de los mortales que entendemos poco sobre cuestiones astrofísicas.

Pero no, haces clic en la tendencia y se te cae la mandíbula hasta el piso: «La NASA halla evidencias de un universo paralelo donde el tiempo corre hacia atrás». ¡Por las sagradas barbas de Josecristo, esto va a hacer que lo del coronavirus quede sepultado en el olvido! ¡La gente dirá que Stranger Things tenía razón, que los hermanos Duffer son unos profetas y nos esconderemos todos a la espera de la llegada del Demogorgon!

NASA no encuentra evidencia de universo paralelo
¡Cuidado! ¡Que viene el Demogorgon!

Pero la emoción rápidamente es sustituida por el maldito escepticismo. Maldito, pero sano. Y te pones a indagar.

Rápidamente te topas con gente entendida de estas cosas, como José Luis Crespo de QuantumFracture, explicando que todo es un engaño. O bueno, casi todo.

Averiguas un poco más y te enteras de que el supuesto universo paralelo es una de las posibles explicaciones, y la más alocada, para los resultados un hallazgo realizado en 2016.

Resulta que ese año, un grupo de científicos en la Antártida encontró neutrinos que venían, no desde el espacio, sino desde la propia Tierra. Algo nunca visto pues los neutrinos de alta energía no pueden atravesar objetos. Para entender esto, una de las hipótesis que surgió fue la de que los neutrinos se habían transformado en otro tipo de partícula (tau lepton), atravesando la Tierra y volviendo otra vez a su estado incial. A partir de este punto, en un artículo de la revista New Scientist elucubraron posibles (y radicales explicaciones, como reconocen) que incluyen un universo paralelo hecho de antimateria.

¿Y qué pinta la NASA en todo esto? Nada. No hay comunicado en el que se pronuncien al respecto. Lo que si es cierto es que el observatorio en Antártida donde se hizo el hallazgo ha sido financiado por ellos.