Hay quien pueda llamarlo justicia poética. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el mismo que decía que el covid-19 no es más que una gripecita y que ha restado importancia a los efectos del virus, se ha contagiado del mismo. Pero si vemos su estrategia desde que el coronavirus irrumpió en Brasil, pareciera que era justo lo que deseaba.
A Bolsonaro lo hemos visto en la calle reunido con sus seguidores, repartiendo besos y abrazos, y haciendo caso omiso a la recomendación de usar mascarilla. Incluso en la rueda de prensa en la que explicó que había contraído el virus, se retiró la mascarilla. Aunque hay que reconocerle que al menos retrocedió un poco para no contagiar a los periodistas. ¡Qué considerado!
El que busca, encuentra
No es posible que no haya pensado en la posibilidad de contraer la enfermedad al exponerse tanto. Pero si miramos con cuidado sus declaraciones y políticas respecto al coronavirus (más bien, su ausencia de políticas) ha conseguido lo que deseaba.
En marzo, aseguró que de contraer el virus no le pasaría gran cosa por su pasado como atleta en el ejército. Quizás alguno pensó que eran alardes de machito, que él no era más que un gallito de pelea dispuesto a poner en riesgo la vida de otros mientras él tenía acceso a toda la protección disponible frente al virus. ¡Pues nada de eso! Parece que el tipo realmente piensa que el virus no le hará nada, tras ver cuánto se expuso y tras ver su reacción al contraerlo.
No pocos de los críticos de Bolsonaro se han alegrado con su anuncio. Incluso, en Brasil fue tendencia #forcavodid (fuerza covid) para desearle suerte al virus en su lucha contra el sistema inmune del presidente brasileño. Lamentablemente, para los detractores, es probable que el covid fracase. Bolsonaro tiene 65 años, por lo que la probabilidad de que muera por la enfermedad es 3,6%. Sin dejar de mencionar que, de complicarse su estado de salud, tendrá acceso a todos los recursos sanitarios posibles para salvar su vida.
Al final, Jair tenía razón

En una semana o dos, cuando esté libre de coronavirus, dirá que él tenía razón, que el virus es una gripecita y que no entiende el alboroto. Sus seguidores lo apoyarán aún más en sus políticas suicidas en medio de la epidemia. Incluso más de uno que no pertenezca a su núcleo duro, dudará. «¡A Bolsonaro no le pasó nada, y eso que tuvo el virus!, dirán para probar que no hace falta cuarentena, ni medidas de ningún tipo.
Es difícil enumerar la cantidad de falacias que encierra un razonamiento como este. También es difícil entender cómo hay brasileños que no están preocupados cuando ya han muerto más de 66 mil personas en ese país por el covid-19. Quizás 1%, 2% o 3% de mortalidad parece bajo cuando la que contrae el virus es una sola persona. Pero cuando lo extrapolas a un país de 210 millones de habitantes, las cifras se vuelven escalofriantes.
Pero a Bolsonaro eso le da igual. Pienso que posiblemente el hombre sea un psicópata o en tal caso, por su pasado como militar, enmarca todo como un juego de suma cero. Los daños colaterales, las pérdidas de vidas, son solo parte de la «guerra». A él solo le interesa reelegirse en unos años y no es descabellado pensar que lo consiga, incluso si cientos de miles de brasileños mueren en el camino.